Elena Rodríguez

Elena Rodríguez

Sobre mí

Elena Rodriguez, antigua alumna del Máster en Asesoría Jurídica de Empresas (1998) y actual profesora de contabilidad en la escuela, es abogada en LEXINTER ABOGADOS, un despacho-boutique dedicado principalmente a temas civiles y mercantiles.
En esta entrevista Elena cuenta quién ha sido su mayor influencia en su vida y carrera y qué es lo que más disfruta de su trabajo. "Lo más significativo en mi carrera es cuando consigues algo que un cliente desea fervientemente y le das la buena noticia de que ya lo tiene; ese momento compensa todo el trabajo realizado", asegura. Conoce más sobre su carrera como abogada y sobre su experiencia desde ambos lados del aula: como alumna y como profesora en la escuela.

shapeElena Rodríguez
case2Profesora de IE Law School
mapPointEspaña
Elena Rodríguez

"Siempre he practicado una especie de juego consistente en rebatirme a mí misma, es decir, me imagino una conversación y juego a ponerme a ambos lados y a contestarme."

Elena Rodríguez

¿Qué destacas de tu experiencia como alumna durante el Máster de Asesoría Jurídica de Empresas?

Es la mejor formación que he recibido en mi vida, no sólo a nivel académico, sino también profesional y personal. Es un máster muy duro, con una competencia muy alta ya que el nivel de los alumnos y del profesorado es muy elevado, así que hay que esforzarse para no defraudar y estar a la altura de las expectativas. En la esfera personal también es muy formativo porque te enseña hasta dónde pueden llegar tu mente y tu cuerpo, que es mucho más de lo que uno piensa y, además, te empieza a formar para lo que es la vida real en cuanto a trabajar con otras personas, ya sea en el mismo equipo o en equipos enfrentados.

¿Y de es tu experiencia como profesora de la escuela?

Al acabar el máster empecé a trabajar en LEXINTER ABOGADOS y mi jefe, Juan Carlos Olarra, me ofreció la oportunidad de impartir clase de contabilidad con él. Al principio me dio vértigo la idea pero supongo que la inconsciencia de la juventud me llevó a aceptar la propuesta, y empecé dando clase con él como profesora adjunta. Posteriormente surgió una plaza de titular que el IE me propuso y de nuevo acepté. De todo esto hace ya más de 18 años y cada día me gusta más, no sólo porque yo realmente he aprendido contabilidad explicándola, sino porque el perfil de los alumnos del IE es muy gratificante, tanto en la esfera académica como en la personal.

¿Cuál ha sido el proyecto o logro que consideres más significativo en tu carrera?

No mencionaría ningún proyecto en concreto, sino en general cuando consigues algo que un cliente desea fervientemente y le das la buena noticia de que ya lo tiene; ese momento compensa todo el trabajo realizado.

Y como logro, tampoco es algo mío, sino algo general que ocurre a todo abogado que lleva casi 20 años ejerciendo: esa especie de “ojo jurídico” que te da la experiencia y que permite que, cuando recibes un caso, enseguida tienes bastante claro cuáles son los puntos fuertes y los débiles y, lo más importante y que no viene en los libros: cuál será la posible reacción del juez o del fiscal a una petición concreta, a una prueba, a una alegación o, en general, a una línea de defensa. Por supuesto te puedes confundir, pero esa “psicología jurídica” se adquiere con el tiempo y ayuda mucho a trabajar mejor y en menos tiempo.

“Es como jugar al ajedrez contra uno mismo, pero si lo haces de verdad intentando llegar al último argumento, agiliza tu mente”

¿Qué es lo que más te apasiona de tu profesión?

Rebatir. Me divierte mucho; de hecho, siempre he practicado una especie de juego consistente en rebatirme a mí misma, es decir, me imagino una conversación y juego a ponerme a ambos lados y a contestarme y rebatirme a mí misma. Es como jugar al ajedrez contra uno mismo, pero si lo haces de verdad intentando llegar al último argumento, agiliza tu mente.

¿Quién es tu mayor influencia en tu vida y en tu carrera?

Mi madre me impactó personalmente en mi vida, por su infinito amor, generosidad, fortaleza y fe, y sé que ninguna otra mujer la podrá igualar jamás.

En el ámbito profesional ha sido mi jefe, Juan Carlos Olarra, quien me inspiró y me sigue inspirando cada día, por su inteligencia y habilidad jurídica. No es ya que tenga una formación jurídica extraordinaria, es que tiene una mente privilegiada para el derecho; su agudeza y su intuición le hacen ir mucho más allá de esa formación, innovando y encontrando vías y soluciones tan originales como eficaces, así que me esfuerzo por estar a su nivel para que, aunque no llegue a él, por lo menos no se note mucho la diferencia entre nosotros.

¿Cuál es el mayor reto para los abogados?

Creo que el mayor reto hoy en día para todos es, de un lado las nuevas tecnologías, que avanzan a un ritmo tan elevado que es muy difícil beneficiarse de ellas cuando tenemos tantos otros asuntos que atender. Estoy segura de que estamos desaprovechando muchas de sus ventajas por la simple razón de que no tenemos el tiempo suficiente para dedicárselo a tales avances. La solución a esto es ser más conscientes de la importancia de estas herramientas y utilizar algo de nuestro tiempo en su estudio y utilización.

Y, de otro lado, la fuerte competencia que hay en el sector de la abogacía que, en buena medida, está cada vez más vinculada al punto anterior, porque además del elevado número de abogados que tenemos en España, cada vez hay más herramientas que suplen la labor del abogado, aunque me hago mayor y creo que hay una parte que nunca podrán suplir, pero lo cierto es que ahí están y se están utilizando.

¿Qué consejo darías a los abogados que están comenzando su carrera profesional?

Les diría que se conviertan en expertos de cada caso que lleven, que sean los que más sepan de su asunto, para lo que necesitarán una enorme capacidad de trabajo, esfuerzo y creatividad, pero, precisamente por su juventud, son los que mejor pueden hacerlo.

¿Cuál es tu súper poder?

Mi capacidad de trabajo, puedo trabajar incansablemente; es más, cuanta más presión tengo, mejor y más eficazmente trabajo (me pasaba lo mismo cuando estudiaba); eso sí, reconozco que al final de periodos especialmente duros, necesito un descanso que me dé paz y fuerza para seguir, y ya con eso sigo siendo feliz.