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San Cristóbal cabeza de perro
El Dr. Juan José Prat Ferrer, profesor de IE Universidad*, ha publicado un artículo en El Adelantado de Segovia sobre un mural de la iglesia románica de San Millán donde aparece representado San Cristóbal con cabeza de perro. El Dr. Prat nos desvela el misterio de este santo representado con una testa de animal.
En la pared norte de la iglesia de San Millán de Segovia hay dos grandes murales probablemente del siglo XIV; uno representa la crucifixión y otro nos muestra a san Cristóbal cruzando un río con el niño Jesús a cuestas. Esta es la forma tradicional de representar a este santo; la colocación en el muro norte procede de la antigua creencia de que si uno veía la imagen del santo al entrar a la iglesia, ese día nada malo podía ocurrirle; como se suele entrar a las iglesias por el lado sur, la colocación en la pared norte es la mejor para ver al santo nada más entrar en la iglesia. Lo que llama la atención es que la cabeza de san Cristóbal, si uno se fija, es más la de un animal que la de un ser humano. Sin duda, el santo parece tener la cabeza de un perro. Y este hecho, claro está, requiere una explicación. Algunas personas interpretan este tipo de representación afirmando que se relaciona con el tránsito de las almas al Más Allá; de hecho el cruce de aguas ha sido siempre un símbolo de este tipo de trance, recuérdese al barquero Caronte, que pasaba las almas de una a otra orilla del mundo inferior. Lo relacionan con Anubis, a quien se representaba con cabeza de chacal. Otros, en cambio hacen una lectura más alegórica de esta imagen y la relacionan con la fidelidad: Al igual que el perro es fiel a su amo, san Cristóbal es fiel a Cristo. Hay, sin embargo otra explicación que bien puede aclarar el asunto, pues la idea de una influencia icónica de los egipcios no me parece adecuada y la representación como alegoría sería una excepción en todo el arte cristiano.
La antigua leyenda cuenta que en el reinado del emperador Decio, un grupo de soldados llegó a un pueblo y sometió a tortura a todos los cristianos. Un joven mercenario que procedía de una tribu bárbara y era de talla gigantesca y muy feo de cara, tuvo compasión de esa gente y como no sabía su lengua, cayó de rodillas y rezó al dios de los cristianos. Entonces apareció un ángel, le tocó los labios y pudo hablar en latín. A partir de este momento se hizo cristiano y defendió su religión hasta morir martirizado. La fealdad de su cara se debía a que Cristóbal pertenecía al pueblo de los cinocéfalos, o "cabezas de perro". San Basilio contaba que san Cristóbal era un fiero gigante con cabeza de perro llamado Réprobo que se alimentaba de carne humana. Tras su bautismo recibió una cabeza normal.
No es este el único gigante con cabeza de perro en el imaginario medieval cristiano; la leyenda de san Andrés cuenta que este apóstol convirtió al cristianismo a un gigante caníbal con cabeza de perro que venía de los confines del Imperio y se llamaba "Abominable".
La tradición quizá proceda del cristianismo copto; en efecto, en los Hechos de Bartolomé se cuenta que este santo, al abandonar la tierra de los ictiófagos, iba acompañado de un cinocéfalo llamado Cristiano. En un códice siríaco de los Actos de Mateo y Andrés, se cuenta que estos apóstoles hicieron conversiones en la ciudad de los perros, Irqa, al norte de Crimea.
No existen hoy día muchas representaciones icónicas de san Cristóbal cinocéfalo en Occidente; se conservan algunos manuscritos bizantinos con este icono, y existe alguna que otra pintura en Irlanda. La importancia de Segovia para el estudio del imaginario colectivo de Europa no se queda en las joyas arquitectónicas harto conocidas por todos; existen muchas otras menos visibles, pero cuyo valor es, sin duda, inmenso.
*Denominación en trámite