La normativa de transparencia y la cultura corporativa de integridad

julio 29, 2024 Artículos, Sin categorizar

Artículo escrito por Joaquín Garralda

Para muchas empresas el efecto de las regulaciones en temas ambientales y sociales, que obligan a una mayor transparencia de sus actividades, se asocia a dos ideas: una mayor burocracia, sin que aporte ningún valor para la empresa; y una desventaja en el entorno competitivo internacional frente a rivales de países menos exigentes regulatoriamente. Bajo estas percepciones es comprensible que las empresas no estén motivadas a informar voluntariamente de asuntos ambientales que supongan un esfuerzo para la organización en la recolección de datos, o que puedan suponer una desventaja por unos costes mayores que los de sus competidores. El resultado lógico es que tratarán de ajustarse estrictamente a las obligaciones, minimizando la información aportada.

¿Tiene algún beneficio para la empresa ser muy transparente en temas de sostenibilidad?

Un factor relevante para valorar este beneficio es el efecto que la reciente regulación (SFDR)1 de la Unión Europea tiene sobre los inversores institucionales. Esta normativa les obliga a informar sobre sus métodos analíticos de valoración y las estrategias que utilizan en la selección de las empresas en que invierten sus fondos.

En línea con esta regulación, la autoridad supervisora europea (ESMA: European Securities and Markets Authority) ha publicado en mayo de 2024 una guía2 para los nombres de los fondos que utilicen términos relacionados con la Sostenibilidad. Actualmente hay cerca de 20.000 fondos de inversión que se comercializan en la Unión Europea, lo que hace muy competitiva la oferta de estos productos financieros. Ante esta situación y la sensibilidad social en estos temas, el supervisor ha publicado esta guía con el fin de evitar la utilización superficial o injustificada de los términos relacionados con ASG (Ambientales, Sociales y de Gobernanza) como un argumento comercial. El objetivo de esta medida es evitar la pérdida de confianza generada entre los inversores y ahorradores por un posible “greenwashing” generalizado. Las normas imponen umbrales cuantitativos y exclusiones obligatorias a los fondos que utilicen términos ASG, lo que significa que los fondos afectados tendrán que cumplir los requisitos o cambiar de nombre.

En definitiva, es beneficioso para las empresas ser más transparentes en temas de sostenibilidad, ya que aumenta su atractivo para ser consideradas en el universo de inversiones de los inversores institucionales.

Profundizando más en este tema, la transparencia se puede enfocar desde dos perspectivas: la transparencia de lo que se ha hecho y la transparencia de las intenciones de lo que se pretende hacer.

Regular la primera es relativamente más fácil determinando los temas que se deben abarcar y los estándares con los que se deben medir. Pero la segunda es más compleja, aunque más relevante para valorar el proceso de los objetivos de transición. En este sentido, la Regulación de la Taxonomía europea establece que, para demostrar el alineamiento de sus actividades con

la sostenibilidad, deben informar de sus intenciones de inversión en sostenibilidad explicitando sus inversiones en activo fijo (el CAPEX). En cualquier caso, en gran medida el regulador debe creer lo que dice la empresa y para ello la mejor evidencia es que la empresa demuestre que posee una cultura de integridad.

Un ejemplo es la valoración de la credibilidad de los Planes de Transición para lograr el objetivo de neutralidad en carbono para el año 2050. Los Planes de Transición creíbles son un aspecto relevante en las relaciones de influencia (engagement) de los inversores con las empresas en que invierten. Es un tema de difícil regulación y por ello se utilizan recomendaciones como las incluidas en el documento de Naciones Unidas Integrity Matters3, o las guías y recomendaciones de entidades privadas como la Glasgow Financial Alliance for Net Zero4 o las valoraciones que los bancos centrales miembros del Network for Greening the Financial System (NGFS)5 que incluyen el análisis de los Planes de Transición en su prueba de stress de las entidades bancarias.

Este enfoque es similar al que se produce en el caso de Compliance, que, de acuerdo con la Circular 1/2016 de la Fiscalía General del Estado – sobre la aplicación de la Ley 2015 de Reforma del Código Penal – para exonerar a la empresa de su responsabilidad penal éstas deben demostrar que han desarrollado una cultura de cumplimiento, circunstancia que se refiere en la Circular – en alguna de las 16 veces que incluye el término cultura – como cultura ética o cultura de integridad.

Además de este beneficio de protección legal que aporta la cultura de integridad y del componente aspiracional que supone la integridad, ¿hay otro beneficio pragmático de la cultura de integridad? Es decir: ¿Tiene valor para la empresa tener una cultura de integridad?

Los líderes empresariales suelen poner de relieve la importancia que tiene la cultura de su empresa para el éxito competitivo, pero ¿cómo se mide la importancia de la cultura?

Con el objetivo de determinar cómo la cultura de la empresa podía influir en sus resultados económicos, los profesores Guiso, Sapienza y Zingales6 analizaron las 500 empresas del S&P500, seleccionando una muestra del 85% de ellas que explicitaban en sus páginas web los valores de la compañía, utilizándolos como un “proxi” de la cultura de la empresa. Para abarcar las distintas denominaciones posibles de los valores que utilizaban las agruparon en 7 categorías, destacando por su utilización la categoría de “innovación” (agrupando los valores definidos como: Innovación + Creatividad + Excelencia + Mejora + Pasión + Orgullo + Liderazgo + Crecimiento + Rendimiento + Eficacia + Resultados…), que se utilizaba por parte del 80% de las empresas; siendo la segunda “integridad” (agrupando los valores definidos como:  Integridad + Ética + Responsabilidad + Confianza + Honestidad + Responsabilidad + Equidad + Hacer lo correcto + Transparencia + Apropiación…), que era utilizada por el 70%.  A partir de esta agrupación buscaron establecer una correlación entre las 7 categorías y los resultados económicos de las empresas para determinar cuál de ellas reflejaba mejor los resultados económicos. Su conclusión fue que no había ningún valor que mostrara una correlación suficientemente fuerte con los resultados económicos.

Conscientes de que los valores que se comuniquen en la web, lo que “la empresa dice” y la realidad de la cultura de la empresa podría ser muy diferente, introdujeron en su investigación la opinión de los empleados como mejor refrendo de los valores de la empresa. Para ello, completaron su investigación con un análisis de lo que los empleados perciben de su empresa, utilizando la enorme base de datos de Great Places to Work de más de 1.000 empresas de Estados Unidos, usando datos de 2007 a 2011. El resultado fue que los factores que en la encuesta a los empleados se valoraba más para su satisfacción7 con la empresa eran la ética y la credibilidad de los directivos, utilizando para ello las respuestas a las dos cuestiones: «Las acciones de la dirección se corresponden con sus palabras» y «La dirección es honesta y ética en sus prácticas empresariales». La conclusión era que las empresas que eran mejor valoradas en estas dos preguntas mostraban una correlación positiva con los resultados económicos de la empresa.

Analizando la encuesta a estudiantes sobre las empresas más atractivas para trabajar de acuerdo con el Top100 Universum Student Survey8, los autores pudieron detectar una correlación positiva entre integridad y deseabilidad, aunque sólo cuando se utilizaron las afirmaciones positivas a «Puedo ser yo mismo» como variable de control, esta correlación era estadísticamente significativa.

Se puede concluir que la integridad está positivamente correlacionada con los resultados financieros y el atractivo de la oferta de empleo. Por tanto, la cultura de integridad si muestra unos mejores resultados que las que no desarrollan esta característica en su cultura. Aunque siempre con la salvedad de ser una correlación y no una causalidad entre la cultura y los resultados.

Aludiendo al título del artículo, la normativa de transparencia es compleja en temas de sostenibilidad y difícil de lograr en los Planes de Transición hacia una economía baja en carbono, pero existen claros beneficios para la empresa si persigue una reputación de integridad basada en una cultura de integridad.

Rememorando a Kant en el 300 aniversario de su nacimiento, un acto es bueno o malo en función de sus intenciones, no de sus consecuencias. Este principio cada vez va a ser más relevante en la credibilidad de los Planes de Transición, que no son más que las intenciones futuras de una empresa, en orden a su “bondad” en sostenibilidad.


1Sustainable Finance Disclosure Regulation (SFDR): https://finance.ec.europa.eu/sustainable-finance/disclosures/sustainability-related-disclosure-financial-services-sector_en

2ESMA : https://www.esma.europa.eu/press-news/esma-news/esma-guidelines-establish-harmonised-criteria-use-esg-and-sustainability-terms

3https://www.un.org/en/climatechange/high-level-expert-group

4https://www.gfanzero.com/our-work/financial-institution-net-zero-transition-plans/

5https://www.ngfs.net/en

6The Value of Corporate Culture. Luigi Guiso, Paola Sapienza y Luigi Zingales. Journal of Financial Economics; May 2014

7La satisfacción la medían en función de sus valoraciones a las dos aseveraciones: «Este es un lugar físicamente seguro para trabajar» y «Aquí puedo ser yo mismo».

8https://universumglobal.com/https://universumglobal.com/rankings/spain/business/