Artes, emociones y creatividad, ingredientes saludables para el desarrollo personal y social

En estos tiempos de coronavirus, de enorme –y aún incierto– daño humano, económico y social, se está observando, analizando y debatiendo cómo la crisis y el prolongado confinamiento están cambiando nuestras costumbres, actividades, estados de ánimo, escalas de valores y prioridades.

Artes emociones y creatividad

Por redes sociales y medios de comunicación, especialmente, hemos asistido –y seguimos haciéndolo– a numerosos ejemplos de iniciativas sorprendentes de individuos, colectivos e instituciones que se enfrentan a la adversidad con propuestas y actuaciones muy creativas, solidarias y estimulantes desde una aproximación emocional y muchas veces artística. Hemos escuchado y compartido estos días la reivindicación de la cultura y el arte, desde una perspectiva humanista, como alimento que nos permita acceder al disfrute y bienestar, pero también expandir los límites de nuestra mente, hacernos entender mejor el mundo que nos rodea e, idealmente, analizar, resolver problemas y tomar mejores decisiones desde perspectivas más ricas y diversas.

En esta línea, muchos centros culturales y museos, así como muchos artistas, han querido ser fieles a su propósito haciendo un esfuerzo por poner su obra accesible durante el confinamiento en formatos y canales digitales, proponiendo un acercamiento diferente e íntimo al arte como medio para inspirar, disfrutar y rebajar nuestro aislamiento y vulnerabilidad en esta crisis. Y ello, sin duda, también redundará en el efecto positivo de las artes en las personas y en la sociedad, como bien conoce e impulsa día a día Íñigo Sáenz de Miera, director general de la Fundación Botín.

Casi del mismo modo en el que necesitamos el alimento físico, la literatura, la música, las artes visuales, el cine, todos son necesarios para nuestro desarrollo como personas.

Íñigo, ¿qué relación existe entre arte y cultura y el desarrollo positivo de las personas y las sociedades en las que viven?

En términos generales, yo creo que este período de confinamiento ha puesto más en evidencia algo que ya estaba claro y es que necesitamos el arte. Casi del mismo modo en el que necesitamos el alimento físico, la literatura, la música, las artes visuales, el cine, todos son necesarios para nuestro desarrollo como personas. Claro que se puede vivir sin arte, pero no es esa una vida plena y que nos permita ser todo lo que podemos llegar a ser.

En lo que se refiere al desarrollo de la sociedad, yo creo que estando en España puede sonar hasta ridículo preguntarse qué papel desempeña la cultura, pero no viene nada mal hacerlo para recordarnos a nosotros mismos hasta qué punto el patrimonio cultural español es uno de sus activos más importantes. No solo desde el punto de vista turístico, que también, sino porque muy buena parte de lo que España ha aportado al mundo, y en buena medida nuestro posicionamiento en él, tiene que ver con la producción cultural que a lo largo de la historia han hecho nuestros intelectuales, literatos, artistas… No creo que sea necesario extenderme mucho en esto porque es muy evidente qué sería España sin su patrimonio cultural.

Desde el punto de vista del desarrollo personal, aunque también es claro el papel que desempeñan las artes, puede que no sea tan evidente y que merezca la pena desarrollarlo un poco. De hecho, una muestra de ello es que, en el sistema educativo, tradicionalmente –aunque esto no es solamente un fenómeno español– las artes han sido, por decirlo de algún modo, un fin educativo, no un medio para la formación. Yo creo que esa es una de las causas por las cuales, y en esto todos somos culpables, hemos dado poca importancia a la formación artística. Más de uno se sentirá aludido, o nos sentiremos aludidos, con el ejemplo de haber preguntado a nuestros hijos qué día o a qué hora tenían música para pedir cita en el dentista y evitar que faltaran a clases de matemáticas, de historia o de ciencia.

Lo que en la Fundación Botín llevamos ya muchos años desarrollando y que toma forma en el programa Artes, Emociones y Creatividad del Centro Botín, cuyo impacto real estamos intentando medir con la Fundación IE, es precisamente eso: los procesos por los cuales las artes contribuyen de una forma muy clara y muy específica a nuestro desarrollo como personas y, en concreto, al desarrollo de nuestra creatividad. Una creatividad que, si cabe, es ahora más necesaria que nunca porque está claro que nos estamos enfrentando a problemas nuevos que requerirán soluciones nuevas.

Ser creativo o, al menos, uno de los rasgos de la creatividad es ser capaz de mirar a la realidad de formas diferentes. Pocas cosas influyen en nuestra mirada como nuestro estado de ánimo, como nuestras emociones (no tiene nada que ver cómo miramos un problema o una oportunidad estando contentos con cómo lo miramos sintiéndonos frustrados o estando tristes o si tenemos miedo).

Y, por último, pocas cosas como las artes influyen en nuestras emociones: la danza, la literatura, el cine, la música… influyen de forma natural en nuestro estado de ánimo de un modo que hemos podido comprobar muy claramente en estos pasados meses. Por eso, artes, emociones y creatividad es el trinomio en torno al que gira la misión social del Centro Botín y es un trinomio que creemos que debería estar muy presente en el modo en el que afrontemos esta nueva etapa, porque el tipo de inteligencia que necesitamos para salir de esta situación es, sobre todo, inteligencia emocional e inteligencia social: necesitamos confianza, entusiasmo, resistencia a la frustración… más incluso que conocimientos matemáticos, tecnológicos o históricos, sin por supuesto quitar un ápice de importancia a estos últimos.

Ser creativo o, al menos, uno de los rasgos de la creatividad es ser capaz de mirar a la realidad de formas diferentes.

¿Por qué este es un tema que ha interesado e interesa tanto a la Fundación Botín?

La Fundación Botín es una fundación patrimonial, pero que, siguiendo en cierto modo la tradición europea y el sector fundacional, no se dedica a repartir los recursos de los que dispone a otras instituciones para que estas actúen, sino que, por el contrario, desde su creación ha tenido vocación de intervenir ella misma en la sociedad para intentar, a través de sus programas sociales, contribuir a la generación de riqueza y de desarrollo.

Esto, de algún modo, lo que decía en la respuesta anterior, es lo que explica nuestro interés. Estamos convencidos de que las artes y la cultura son un motor de desarrollo, uno de los más importantes, y, por tanto, tiene todo el sentido que sigamos apostando por esta línea.

De todos modos, esperamos que el proyecto de investigación que estamos desarrollando con la Fundación IE nos ayude a confirmarlo, puesto que juntos nos estamos atreviendo a medir de qué modo y hasta qué punto de verdad las artes contribuyen a potenciar nuestra creatividad. Esto ya lo hemos hecho y seguimos haciéndolo a nivel individual, sobre todo con la Universidad de Yale. El reto es ahora medirlo a nivel macro: hacer una foto del grado de creatividad del entorno del Centro Botín y repetir esta foto año a año o con la periodicidad que consideremos más adecuada para ver si de verdad las artes a medio y largo plazo logran hacer de Santander una ciudad más creativa.

 

Siendo el Centro Botín de Santander el buque insignia de la Fundación Botín en este ámbito, ¿puedes citar algunos ejemplos concretos de actividades que venís realizando que revelan un impacto evidente en esta línea?

Desde incluso antes de existir el Centro Botín venimos realizando talleres de desarrollo de la creatividad a través de las artes, diseñados por la Universidad de Yale, cuyo impacto real está medido y publicado en revistas científicas. Además, desde hace un año estamos haciendo una primera aproximación con IE al posible impacto en la creatividad de las personas que tienen su participación en todas nuestras actividades (exposiciones, conciertos, ciclos de cine…). Son solo resultados preliminares, pero que apuntan muy claramente en la dirección de que efectivamente quienes tienen (sobre todo de una forma recurrente) relación con estas actividades se sienten capaces de desarrollar pensamientos más creativos y, sobre todo, aplicar esa creatividad a su día a día. Estos resultados los publicaremos en breve.

Seguro que los contenidos digitales son un buen complemento, pero no creemos que puedan sustituir a la experiencia del contacto personal y directo con el arte.

Las actividades artísticas y culturales en nuestro país han tenido que discontinuarse bruscamente por la crisis del coronavirus que estamos viviendo. ¿Cómo está afrontando la Fundación Botín esta etapa y cómo piensa proyectar lo aprendido hacia el futuro?

La tristeza que nos provocó la obligación de tener que cerrar el Centro Botín ha sido ampliamente superada por la ilusión que nos ha generado volver a abrirlo justo el día después de que fuera posible. Este período, además –y creo que no hemos sido los únicos–, nos ha servido por supuesto para dar impulso a todo el desarrollo de contenidos digitales, pero también para hacer una reflexión profunda sobre nosotros mismos y sobre el papel que las artes pueden y deben desempeñar en la vida de las personas. Estamos seguros de que a la larga este parón habrá sido positivo.

De todos modos, en lo que se refiere a los contenidos digitales, seguro que son un buen complemento, pero no creemos que puedan sustituir a la experiencia del contacto personal y directo con el arte. Para que las artes contribuyan al desarrollo de la creatividad se tiene que dar un encuentro personal, que tiene su punto de riesgo, de enfrentarse con todo lo que uno está viviendo. Yo creo que eso es solo posible en el ámbito de lo físico. Algo que tiene que ver con esto es que en el Centro Botín nunca habíamos permitido la realización de fotografías, no solo porque en algunos casos estas pudieran dañar las obras de arte, sino porque al hacerlo queríamos evitar que una pantalla se interpusiera, casi a modo de defensa, entre la obra de arte y nosotros mismos. Fue esta una cuestión muy debatida por la Comisión Asesora de Artes Plásticas de la Fundación y, aunque a veces hay gente que no la entiende, creemos que es muy acertada y que cada vez más instituciones están yendo por el mismo camino. Esta reflexión, de algún modo, puede servir para analizar hasta qué punto la transmisión digital de obras de arte puede sustituir o no a la experiencia personal, que, insisto, consideramos muy necesaria y esencial.

 


La Fundación Botín, IE University y la Fundación IE suscribieron un acuerdo de colaboración en 2018 con el objetivo de abrir un nuevo ámbito de investigación, dirigido por la Dra. Patricia Gabaldón, para medir en el tiempo el impacto directo e indirecto del Centro Botín de Santander en el desarrollo social y económico local y en el bienestar personal y profesional de los ciudadanos, siendo complementario con las iniciativas desarrolladas por la Fundación Botín con la Universidad de Yale.


 

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