En la smart city, la planificación, gestión y uso de la ciudad incorpora las posibilidades que ofrece el nuevo entorno tecnológico. El funcionamiento de la ciudad cambia y es más fácil, más flexible. Así se aprecia en la mejora y eficiencia en la prestación de los servicios tradicionales, como la limpieza urbana y el transporte público, en las relaciones del ciudadano con su Administración en un entorno e-government y también en la aparición de nuevos servicios colaborativos, peer to peer, en los que el ciudadano descubre y desarrolla otra forma de usar su ciudad.
Los tres ejes del cambio
El crecimiento del tamaño de la ciudad, el respeto al medioambiente y los mejores servicios a los ciudadanos son los tres factores de cambio de la smart city.
1. El crecimiento del tamaño de la ciudad
La urbanización de la población mundial nos señala que, dentro de 25 años, ocho de cada diez europeos viviremos en alguna de nuestras ciudades; sin embargo, también serán urbanos nueve de cada diez americanos del norte y del sur, y entre cinco y seis de cada diez habitantes de África o Asia.
El propio concepto de ciudad está cambiando en este nuevo contexto de fuerte crecimiento de la población urbana: “ciudad” será cada vez más “región”. Ciudad-región, ciudad grande, extensa territorialmente, con un tamaño que garantice la capacidad competitiva de su base económica y empresarial. Nuevas ciudades-territorio en las que la movilidad de sus habitantes será alta y flexible; es decir, trabajo, residencia, networking, ocio y estudio se combinarán en diferentes zonas, barrios y municipios.
Un primer reto aparece: el diseño óptimo de las redes de transporte internas, así como de los servicios de información y telecomunicaciones.
El propio concepto de ciudad está cambiando en este nuevo contexto de fuerte crecimiento de la población urbana.
2. Estrategia urbana y sostenibilidad
Es el segundo factor de cambio y la primera prioridad en la smart city. La planificación urbanística y de infraestructuras constituye el instrumento básico, más que nunca, de competitividad y funcionamiento de la ciudad, pero debe incorporar tanto las exigencias de la ciudad-región como las nuevas formas de utilización de la ciudad consecuencia de la tecnología.
Y, sin duda, el desafío del cambio climático y de la sostenibilidad se decidirá en el modelo urbano; es decir, la nueva smart city es obligatoriamente sostenible con un urbanismo basado en la ciudad de usos mixtos (residencial, comercio, negocios), compacta con altas densidades y eficiente con el medioambiente urbano. Las ciudades deberán, por tanto, ser el paradigma de la economía circular, basada en los mecanismos de reciclaje y aprovechamiento de los residuos que la propia ciudad genera.
3. La mejora de los servicios al ciudadano
Es el tercer gran factor de cambio de la smart city. Las nuevas posibilidades de las TIC mejoran y modifican los servicios urbanos tradicionales, pero también facilitan la aparición de otros nuevos.
El funcionamiento de la ciudad moderna se articula mediante los servicios comunitarios y municipales (limpieza, transporte público, seguridad) y los servicios básicos de agua, electricidad, gas y telecomunicaciones, normalmente prestados por empresas concesionarias (utilities). La nueva smart city está transformando radicalmente la gestión de los servicios urbanos a la vez que mejora la forma en la que los ciudadanos acceden a ellos.
Tenemos ya múltiples ejemplos cotidianos: disponemos de la información del tiempo de llegada de nuestro autobús en la parada o en nuestro smartphone; enviamos nuestra queja al servicio de limpieza vía WhatsApp con la foto de unos muebles abandonados en la calle y su localización; el contenedor de papel y cartón informa a la empresa de que está lleno y puede ser retirado; las empresas de agua, luz o gas disponen de lectura de consumo en tiempo real vía smart metering sin precisar de un operario.
Los tres ejes de gestión
Estas realidades ocurrirán gracias a tres ejes de gestión que deben avanzar en paralelo:
- Smart service. Descripción de las necesidades, contenidos, formas de prestación y accesibilidad de los usuarios de cada servicio urbano. Un conocimiento disponible en nuestros ayuntamientos o empresas concesionarias.
- Smart information. Sistemas de información y plataformas de integración de datos que actúan sobre multitud de capas digitales de información. Un conocimiento disponible en empresas especializadas y en Administraciones que, muy importante, deben abordar con eficacia el desafío del big data.
- Smart infraestructure. Inversión e implantación en la ciudad de las infraestructuras de telecomunicación, sensores y dispositivos. Un conocimiento disponible a partir del urbanismo y la planificación de infraestructuras, así como de las empresas responsables de la redes de comunicación (voz, imagen y datos) o de energía (smart greed).
El avance conjunto de estos tres ejes permite innovar para prestar mejor, con menores impactos y con menos externalidades, los tradicionales servicios urbanos; y no cabe duda de que para conseguir estos objetivos la colaboración público-privada es esencial.
La ciudad como ecosistema económico, social o cultural será, por tanto, protagonista principal del desarrollo humano de las próximas décadas.
El nuevo poder del ciudadano
Sin embargo, en la smart city también aparece un nuevo tipo de servicios que no requieren ya la intermediación de nuestro ayuntamiento o de una empresa. Las posibilidades de las TIC y los avances en la infraestructura instalada facilitan la creación de servicios ciudadanos o la modificación radical de otros ya existentes. Tan solo hace falta un algoritmo que permita el servicio entre dos personas con necesidades complementarias. Se trata de servicios B2C, colaborativos, peer to peer. Directamente, empresas y ciudadanos innovan e interactúan, crean una nueva forma de utilizar nuestras ciudades, pero siempre hace falta la ciudad con sus infraestructuras y su capacidad de regulación de los servicios.
Así, se crea una smart city de servicios más flexibles que conectan empresas en un entorno B2C en el que el consumidor o ciudadano accede al servicio desde su smartphone. Tenemos múltiples ejemplos: petición de taxis desde una app, consultas desde el domicilio de pacientes crónicos transmitiendo información online al médico, suministro de cenas o de medicamentos, carsharing alquilando por horas un vehículo…
La ciudad como ecosistema económico, social o cultural será, por tanto, protagonista principal del desarrollo humano de las próximas décadas. Ya en la segunda década del siglo XXI se está configurando una nueva forma de entender las ciudades, donde los conceptos de urbanismo, infraestructuras, calidad de vida, servicios, movilidad, ocio o medioambiente cambian.
Todos nosotros, los ciudadanos, estamos ya modificando la manera de utilizar, de vivir, de disfrutar o de acceder a los servicios en estas nuevas ciudades inteligentes.
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