Emprendimiento sostenible en clave femenina

La aportación de valor social y medioambiental se une a los objetivos económicos que persiguen los emprendedores de las sociedades más modernas. Ya no se aspira a alcanzar metas profesionales, sino que lo que se pretende es el beneficio mutuo y corregir problemas en una comunidad. En esa cultura, la mujer empresaria desempeña un papel protagonista.

Emprendimiento sostenible en clave femenina

Más allá de los beneficios económicos que persigue la actividad emprendedora, existen objetivos de otra índole, más centrados en la aportación de valores, también importantes para este colectivo empresarial. En este sentido, a lo económico se une un importante enfoque social y medioambiental, conformando una múltiple aportación que no siempre se estudia en el nacimiento de un proyecto empresarial. Esto es algo que sorprende, puesto que ese valor combinado es la clave para elaborar un plan estratégico de garantía. Desde este punto de vista, cabe preguntarse por los valores culturales de los países y si estos buscan el objetivo de crear un movimiento emprendedor que ofrezca valor económico, social y de respeto del medioambiente, es decir, que catapulte al emprendimiento sostenible. Se trata de indicadores intangibles capaces de configurar, de una u otra manera, un contexto empresarial.

Lo cierto es que los negocios impulsados por este tipo de personas tienen más oportunidades de éxito en una sociedad que prioriza los objetivos sociales y medioambientales frente a los puramente económicos. La aspiración de este tipo de emprendedores es lograr cambios, generar transformaciones profundas y duraderas, antes que ganar dinero. Se diferencian de una ONG por cuanto enfocan los problemas de una forma más novedosa, buscando siempre algo distinto, con una estrategia innovadora.

 

Emprendimiento sostenible esp - Recuadro

 

La importancia del género

Uno de esos intangibles que pueden ser determinantes en la creación de ese triple valor radica no tanto en el qué como en el quién. El género del fundador de un proyecto emprendedor impacta significativamente en los objetivos de negocio y en los proyectos que surjan a su alrededor. En este sentido, las mujeres se muestran más propensas a la búsqueda del valor social, mientras que los hombres se centran más en la parte económica. La comparación entre hombres y mujeres en este aspecto subraya el papel de estas en la búsqueda de la creación de valor social, siendo además más activas en iniciativas de tinte ambiental. Simplificando lo anterior, puede decirse que las mujeres se mueven, más que los hombres, en los terrenos de la ética y la justicia, si bien no existe ningún valor empírico que lo demuestre.

No obstante, el cuándo también importa. Es en el momento de la creación de una empresa cuando se le imprimen el carácter y la filosofía que distinguirán sus metas. En esas fases tempranas, la mujer se erige, más que el hombre, en la semilla de la creación del valor múltiple.

La comparación entre hombres y mujeres subraya el papel de estas en la búsqueda de la creación de valor social.

Posmaterialismo en las sociedades modernas

Al hilo de lo anterior, las sociedades más afines a la cultura del posmaterialismo están más predispuestas a acoger proyectos que antepongan las vertientes sociales y ambientales a los balances económicos. La transición hacia el posmaterialismo abre una nueva etapa en las sociedades modernizadas. Superada ya la industrialización, la dependencia ahora se dirige a otros conceptos, como las capacidades intelectuales, los derechos humanos, la calidad de vida, la estima o la autorrealización. La genética de este tipo de sociedades es la que definirá a sus futuros emprendedores, más interesados en el bienestar de otros y en el cuidado del entorno. La cultura, por encima de otras variables, se configura como el vehículo esencial para canalizar las transformaciones en los negocios.

Por tanto, no cabe pensar en aquel prejuicio sobre la incompatibilidad de las mujeres a la hora de lanzar y dirigir un negocio. De hecho, una de las consecuencias de esta cultura aborda el principio de igualdad como uno de los valores defendidos. Con el posmaterialismo, la relación entre el liderazgo femenino y la creación de valor social y medioambiental se hace más intensa. La brecha entre hombres y mujeres en lo que respecta a la creación de valores sociales y económicos se hace aún más amplia en las sociedades posmaterialistas que en las que no lo son. Sus indicadores sobre el emprendimiento social son sensiblemente superiores a los de otras regiones ancladas en el materialismo.

No solamente hay que pensar en países de primer orden o economías emergentes. En los países menos desarrollados, en los que los gobiernos no son capaces de lidiar con los problemas sociales o de superar los desafíos ecológicos, es donde, paradójicamente, suelen aflorar emprendedores de este tipo. El reto para estas administraciones está en dar entrada a figuras extranjeras que puedan ayudar a resolver esa serie de conflictos. No en vano, su papel se hace más que necesario en ciertas regiones para complementar la labor de las ONG y renovar así los sistemas económicos.

La cultura, por encima de otras variables, se configura como el vehículo esencial para canalizar las transformaciones en los negocios.

Más allá del GEM

Los intangibles descritos representan una información extra muy valiosa para el Global Entrepreneurship Monitor (GEM), la red global que mide la actividad emprendedora, las actitudes y las aspiraciones de los individuos. Gracias a estos datos se puede vincular la creación de valor combinado con un entorno determinado, así como establecer las ventajas del emprendimiento sostenible. El perfil de la mujer o las sociedades posmaterialistas aportan una enorme utilidad con vistas a que las futuras investigaciones puedan proporcionar enfoques más completos al ecosistema emprendedor. Este escenario no debe hacer olvidar cualidades que casi deben ser innatas en estos empresarios: perseverancia, capacidad de adaptación y trabajo en equipo. Asimismo, tampoco debe pasar inadvertido el componente económico, puesto que los beneficios que se consiguen sirven para reinvertirlos en otros proyectos.

 

© IE Insights.

 

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