Los nuevos centauros y el liderazgo

¿Es diferente la inquietud que existe en la actualidad ante la inteligencia artificial que la vivida en revoluciones tecnológicas anteriores? El liderazgo es hoy determinante para hacer convivir esta tecnología con las capacidades humanas. No existe una respuesta universal, pero la optimización de la toma de decisiones es, más que nunca, un factor clave.

Los nuevos centauros y el liderazgo

La irrupción de la inteligencia artificial en los entornos laborales plantea una serie de interrogantes. De hecho, las máquinas han sido siempre un elemento de tensión en las organizaciones. Un ejemplo es el movimiento ludita del siglo XIX, cuando, en plena Revolución Industrial, los trabajadores se unieron para combatir a los robots. De hecho, en muchas fábricas empezaron a destruirlos y a sabotearlos porque consideraban que sus empleos estaban en riesgo. En todas las décadas del siglo XX ha ocurrido lo mismo. El economista John Maynard Keynes llegó a escribir que el mercado laboral afrontaba una enfermedad: la del desempleo tecnológico.

Sin embargo, la realidad demuestra que los puestos de trabajo no se han extinguido en el último siglo y que esta es una preocupación cíclica y constante en la historia. La gran pregunta que cabe hacerse en el siglo XXI es si en esta ocasión será diferente. Los más optimistas dirán que las nuevas tecnologías crearán nuevas oportunidades laborales. Los detractores optarán por la vía contraria y apelarán al catastrofismo laboral.

La inteligencia artificial y la robótica son preocupaciones cíclicas y constantes en la historia. Sin embargo, la gran pregunta que cabe hacerse en el siglo XXI es si en esta ocasión será diferente.

Nuevas habilidades

La incorporación de la inteligencia artificial va a provocar que los puestos de trabajo más automáticos sean reemplazados por máquinas. El impacto social que esta realidad tendrá en los países será importante, aunque no golpeará a todas las regiones del mundo por igual. Paralelamente, eso provocará que se generen grandes diferencias entre las habilidades que posean los trabajadores.

Para referirse a la inteligencia artificial, las industrias tratan de evitar a toda costa utilizar el término robot, pese al uso extensivo que hacen. En el caso de la aviación, se habla de pilotos automáticos y, en la automoción, por ejemplo, de coches autónomos. En ambos sectores, la robótica tiene un peso preponderante para desarrollar su actividad, pero bajo ningún concepto forma parte de su vocabulario habitual.

Para comprender hasta qué punto la inteligencia artificial puede ayudar a todo tipo de ámbitos, una universidad californiana realizó un estudio sobre cómo eran las decisiones de los jurados populares en este estado. La conclusión fue que, al principio del día, la mayoría eran más favorables; con el paso del día, más perjudiciales. Ante esta situación, no sería descabellado crear un algoritmo para que tomara estas decisiones. Serían, a priori, más imparciales y no se verían afectadas por cuestiones personales, como el cansancio, el humor en función del día o el aburrimiento por estar tantas horas en un juzgado.

A muchas personas, la inteligencia artificial les puede parecer lejana, pero paulatinamente se va introduciendo en el día a día. Dos ejemplos son Siri y Alexa, dos asistentes personales virtuales. Lo que viene a demostrar el uso que la sociedad hace de ambas es que, para decisiones simples y cotidianas (como consultar el tiempo o la cartelera), no existe tal temor a la robótica. No obstante, sería interesante plantearse esta situación dentro de treinta años con una hija que pregunte a Siri si se debe casar con su pareja o quién sería mejor novio para ella. No es descabellado pensar que Siri la ayudará porque sabrá qué películas ha visto, qué canciones le gustan o incluso sus datos médicos; es decir, la inteligencia artificial podría tomar esa decisión compleja, que ahora mismo parece impensable.

A muchas personas, el tema de la inteligencia artificial les puede parecer lejano, pero paulatinamente se va introduciendo en el día a día. Dos ejemplos son Siri y Alexa, dos asistentes personales virtuales, que la sociedad utiliza para la adopción de decisiones simples y cotidianas.

Nuevos centauros

La repercusión en el liderazgo de la incorporación de las máquinas a las empresas resulta innegable. La cuestión que hay que responder es cómo ha de ser. La mejor manera de explicarlo es a través del ajedrez de estilo libre. Se trata de una modalidad inventada por Gary Kasparov hace pocos años, en la que los jugadores podían competir con sus ordenadores si así lo deseaban. Finalmente, quienes ganaron el torneo ni eran grandes ajedrecistas ni tenían los mejores ordenadores. Simplemente, tomaron las mejores decisiones. Kasparov denominó a estas personas “centauros”, porque eran mitad humanos y mitad máquinas. La conclusión que se extrae es que aquellos sin los mejores conocimientos pero con ordenadores decentes y un buen proceso de toma de decisiones son mejores que quienes son brillantes y tienen computadoras excelentes pero son incapaces de decidir correctamente.

Hay que comprender que el mundo está repleto de estos nuevos centauros. Poco importa si son banqueros, abogados o doctores. El nuevo entorno laboral exige una competencia feroz entre equipos de humanos y ordenadores, como en el ajedrez de estilo libre. El futuro liderazgo tiene una relación directa con estos procesos. Se trata de integrar los procesos de toma de decisiones de las personas con los de la inteligencia artificial para determinar cuál es mejor. Básicamente, en eso consiste liderar una compañía hoy en día.

Tampoco puede olvidarse la tensión latente que sigue existiendo con respecto a las máquinas. Esto afecta directamente al liderazgo del siglo XXI. Quien pretenda dirigir con éxito habrá de anular la fricción existente entre los equipos y los robots. Se trata de colaborar y de no percibirlo como un riesgo. De esta forma, para una toma de decisiones óptima se ha de tener mucho cuidado con los datos corrompidos o malos, que afectarían directamente a la competitividad de la corporación. En definitiva, la gestión de los buenos datos será un fiel reflejo de qué empresas liderarán los mercados y cuáles se quedarán rezagadas.

 

© IE Insights.

 

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