En un pasaje de la Biblia conocido como “la parábola de los talentos” (del que hay varias versiones, como la del Evangelio según Mateo, capítulo 25, versículos 14-30), un hombre entregó talentos (un tipo de moneda) a sus sirvientes para que los usaran lo mejor que pudieran. Dos de ellos los utilizaron y obtuvieron más talentos para entregarle, mientras que el tercero, temeroso de su reacción, los enterró para así poder devolvérselos a su regreso. El castigo que este último recibió fue resultado de su descuido y falta de compromiso.
Independientemente del credo que se practique, esta historia sirve para ejemplificar lo que sucede cuando en la vida profesional no ejercitamos nuestros talentos, provocando un auténtico desperdicio y la pérdida de oportunidades.
Fruto de la longevidad en aumento, hoy tenemos una larga vida laboral. Esto, unido a un mercado laboral tan exigente en inmediatez, en el que cualquier conocimiento queda obsoleto en un tiempo récord, hace que se estime que una persona, durante sus cincuenta años de vida profesional, pueda realizar tres estudios diferentes con períodos de desarrollo de unos diez años entre ellos. Esto significa que cada diez años buscaremos áreas complementarias con las cuales expandir y actualizar nuestro conocimiento.
Las empresas y las administraciones requieren conocimientos y habilidades digitales, una necesidad que las instituciones académicas atienden ante una sociedad sedienta de conocimiento.
Diez habilidades
De acuerdo con un informe del Foro Económico Mundial, las diez principales habilidades que todos los profesionales deben tener para seguir siendo relevantes en el mercado laboral en 2020 son las siguientes:
- Solución de problemas complejos.
- Pensamiento crítico.
- Creatividad.
- Gestión de personas.
- Coordinación con otros.
- Inteligencia emocional.
- Juicio y toma de decisiones.
- Orientación al servicio.
- Negociación.
- Flexibilidad cognitiva.
No obstante, no hay que asustarse. Para adquirir estas capacidades hay actualmente una gran cantidad de información disponible que permite ampliar el conocimiento. De hecho, nunca antes hemos dispuesto de tanta información, de la que, sin embargo, no hacemos un uso completo. El argumento puede ser que el ser humano tiene una capacidad limitada, pero lo cierto es que no dejamos de ampliar esos límites, demostrando empíricamente que la plasticidad del cerebro puede llevarnos aún más lejos.
Cada diez años buscaremos áreas complementarias con las cuales expandir y actualizar nuestro conocimiento.
Cura de la infoxicación
¿Dónde está el inconveniente? ¿Qué nos retiene? Hoy en día estamos sobreestimulados, pero mal informados.
Al tener tanta información disponible, dejamos de entender su valor diferencial. Todo parece tener la misma importancia y, por tanto, ser imposible de priorizar. Distinguir cuál es la información relevante y cuál la incidental es actualmente una tarea esencial. Estamos ante un fenómeno conocido como infoxicación. El aumento excesivo de la información disponible hace que no distingamos entre fuentes confiables y simples comentarios irrelevantes.
La tecnología, que ha actuado como facilitadora de esta situación, puede ayudar también en el esfuerzo de alcanzar nuevos objetivos, al dejar de ser un reducto de conocimiento de unos pocos. De hecho, las empresas y las administraciones requieren conocimientos y habilidades digitales, una necesidad que las instituciones académicas atienden ante una sociedad sedienta de conocimiento.
De esta forma, las instituciones académicas intentan no solo ofrecer esta respuesta, sino también anticiparse a las demandas de empresas e instituciones, aumentando la capacitación en nuevas tecnologías que facilitan y apoyan esta revolución del conocimiento. Se trata de aprender a separar el grano de la paja y, por tanto, centrarse en la obtención de resultados, un proceso que se conoce como curación, o cura de la infoxicación.
Las revoluciones industriales, incluida la cuarta en la que nos encontramos, muestran que la tecnología es capaz de impulsar al hombre más allá de sus límites.
Beneficios
El objetivo final no es la tecnología en sí, sino el aumento de la eficiencia y la búsqueda de nuevas formas de ingresos, ya sea en los resultados contables o en los emocionales, en forma de tiempo libre.
La tecnología ha demostrado su enorme capacidad para acompañar el cambio. Las revoluciones industriales, incluida la cuarta en la que nos encontramos, muestran que la tecnología es capaz de impulsar al hombre más allá de sus límites.
Actualmente, tecnologías como la inteligencia artificial, la robotización de procesos o el big data están demostrando su enorme potencial para la transformación y aumentarán su relevancia, llevándonos a cotas aún difíciles de predecir. Se trata de un aumento exponencial con respecto a la situación actual que nuestro cerebro lineal encuentra difícil anticipar.
La predicción de los gustos de las personas, robots que limpiarán la casa o entregarán el correo, microondas con los que hablar o refrigeradores que se comunicarán con la despensa, junto con una gran diversidad de nuevos elementos, crearán nuevas experiencias en el hogar.
Habrá quienes teman todos estos cambios, pero por ello no dejarán de producirse, por lo que debemos prepararnos para tomar ventaja y aprovechar la oportunidad.
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