El mundo es hoy, a pesar de Trump, la COVID-19 y las tensiones internacionales, un sistema mucho más globalizado que hace solo pocas décadas. Pero en algunos campos tan relevantes para un mundo conectado, como las humanidades o la política internacional, los jóvenes egresados pueden adolecer de la profundidad necesaria de este tipo en este tipo de conocimientos.
Cuenta el periodista Javier Otazu, corresponsal de la agencia EFE en Rabat, en su libro «Marruecos, el extraño vecino,» que un grupo de estudiantes alemanes al llegar a la turística plaza central de Marrakech fue detenido y llevado directamente a comisaría. ¿La razón? Llevar una camiseta con el mapa de Marruecos estampado… en el que faltaba el Sahara. Un tema tabú en aquel país.
También es muy conocida la polémica que llevó a la firma Versace a retirar miles de artículos de sus escaparates, e incluso a pedir públicamente perdón al gobierno chino, por mostrar a Hong Kong y Macao como entidades no pertenecientes a China. Estoy seguro qué tanto los diseñadores, como los responsables de marketing y responsables comerciales de la firma estudiaron en muy buenas universidades. ¿Idealismo o ignorancia en el primer caso? ¿Oportunismo o desconocimiento de la realidad internacional en el segundo?
Muchas veces se habla de que los egresados de las universidades son «la generación mejor preparada de la historia». Cosa que podemos afirman sin duda, sobre todo en aspectos tecnológicos, científicos, comerciales, de gestión, así como en muchas otras áreas. Pero cabe la posibilidad de que no sea así necesariamente en todos los campos.
Uno de ellos, quizás sea el de las humanidades. La sociedad, y por ende el sistema educativo, se ha enfocado en las últimas décadas a la productividad a corto plazo, es decir al manejo de herramientas frente al pensamiento crítico y la creatividad que puede ser vital en tiempos de cambios y turbulencias como los que se vivimos. ¿Salen los jóvenes profesionales mejor preparados en el campo de las humanidades, que en un sentido amplio incluye el conocimiento de otras culturas y cosmovisiones, que hace unas décadas?
Otra área que quizás se haya podido descuidar en los últimos tiempos haya sido el de la formación en política internacional o geopolítica. Nos llevamos las manos a la cabeza cuando nos enteramos a través del libro de John Bolton que Trump no sabía que el Reino Unido era una potencia nuclear o que pensaba que Finlandia era una satélite de Rusia. Si hubiera leído un periódico cada semana, o mejor aún los domingos con sus revistas dominicales, durante su vida, sin duda estaría al corriente.
¿Cuántos jóvenes universitarios han dejado de leer prensa impresa? Es cierto que hoy hay más información disponible que nunca, pero también es cierto que los algoritmos y redes sociales están diseñadas para ofrecer el producto que el cliente desea, y no para ampliar los horizontes de los ciudadanos. Mucho menos para educar.
En la era de los periódicos impresos, los jóvenes comenzaban a leer el periódico que llegaba al hogar como parte del proceso de convertirse en adulto. Obviamente se empezaba por las secciones que interesaban, por lo general en la juventud deportes y cultura. Pero por el simple acto físico de ojear el periódico impreso, se terminaban encontrando noticias de conflictos lejanos o entrevistas con filósofos con ideas rompedoras que eran verdaderas puertas abiertas a otras realidades.
Los datos de las empresas de audiencia indican que hoy, en todo el mundo, los jóvenes apenas leen en impreso. En España los menos de 34 años solo suponen el 18,7% los lectores de prensa impresa según el informe 2020 de la AIMC. En los EE.UU. solo el 2% de los menores de 29 años leen con frecuencia la prensa impresa. La tendencia es similar en el resto del mundo. En un mundo que continúa globalizado, aunque en tensión creciente, el conocimiento de las humanidades y de la política internacional va a ser un aspecto diferencial en la formación de los futuros líderes de un país, léase políticos o empresariales, pero también para los profesionales.
Un conocimiento profundo de lo que pasa más allá de nuestro país o nuestra región va a ser un aspecto diferencial. Quizás por eso las mejores universidades del mundo han tenido siempre grandes foros de debate con filósofos, artistas, políticos y gobernantes.
Pero también se puede comenzar con algo muy sencillo, como es ofreciendo los estudiantes de grados y posgrado acceso a un ejemplar de prensa impresa donde pueda ojear, sin la tutela de los algoritmos, la realidad del mundo que les rodear y cuyo devenir les afectará sin duda ninguna.
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