De acuerdo con el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), estamos en la cúspide de una cuarta revolución industrial (también conocida como “era digital”) impulsada por los avances tecnológicos. El Internet de las cosas, el Internet móvil, el big data, el análisis predictivo de datos, la inteligencia artificial, el aprendizaje automático y la robotización están preparados para tener un gran impacto en las organizaciones. Se trata de un período de disrupciones que modificarán la forma de trabajo teniendo en cuenta que hoy, todavía en la fase primaria de la revolución, el 71 % de los procesos son desarrollados por personas y el resto por máquinas. No obstante, el WEF estima que, para el año 2025, la tecnología se encargará del 52 % de las tareas de los profesionales, de manera que, antes que pensar en la cantidad de empleos que se perderán en el futuro, las organizaciones y los profesionales deben prepararse para los puestos de trabajo que surjan en los próximos años. Pese a que las cifras puedan ser abrumadoras, la mirada optimista es contemplar este nuevo escenario como una oportunidad.
Pueden establecerse ciertos paralelismos con las revoluciones del pasado, pero la gran diferencia estriba en la productividad. Trabajando un número inferior de horas, las empresas han ganado una cuota enorme de productividad gracias a la tecnología. Además, con más habitantes en nuestro planeta y más personas que entran a formar parte de la clase media en los países emergentes, la economía global sigue creciendo. He aquí otras lecturas esperanzadoras.
Para el año 2022, un tercio de las competencias básicas de la mayoría de las ocupaciones estará constituido por habilidades que hoy no se consideran cruciales.
Habilidades y conocimientos para el futuro
En modo realista, la vía para manejarse en este contexto pasa por adquirir nuevas competencias. En este aspecto, lo cierto es que existe poco margen para la autocomplacencia, porque, en primer lugar, muchas de las habilidades necesarias estarán relacionadas con la resolución de problemas y el pensamiento crítico. También cabe detenerse en otro dato que aporta el WEF respecto a las habilidades: para el año 2022, un tercio de las competencias básicas de la mayoría de las ocupaciones estará constituido por habilidades que hoy no se consideran cruciales.
Adicionalmente, según un estudio de McKinsey, la resolución de problemas será una de las competencias clave para los líderes. Dado el gran flujo de datos que mueven actualmente las empresas, entender e interpretar esa información y tomar decisiones al respecto serán los motores del management. El conocimiento de las tecnologías digitales debe combinarse con las habilidades humanas. El mundo educativo debe garantizar que los estudiantes reciban educación básica en tecnologías digitales, programación, diseño de sistemas de información, big data y análisis predictivo de datos.
Creatividad para la supervivencia: un clima necesario
A diferencia del pasado, en el que las empresas gozaban de una larga vida útil, hoy en día es raro que incluso las compañías más prestigiosas del índice de Standard & Poor’s duren más de quince años tal como las conocemos actualmente. Este gran cambio es debido a la dificultad que tienen las organizaciones para alinear su estrategia con un entorno tan cambiante. La innovación, la creatividad y liderar el cambio constituyen la base de la supervivencia. Cualquier empleado debe plantearse cómo hacer su trabajo de la forma más eficiente y qué cambios podrían ayudar a la compañía a superar a la competencia. Es una cuestión de mentalidad: el éxito del pasado no es una garantía para el futuro.
Este tipo de habilidades es lo que hace únicas a las personas frente a las máquinas, de ahí que grandes corporaciones de todo el mundo empiecen ya a tener claro que las soft skills serán prioritarias en la gestión de los recursos humanos. Hasta que no se demuestre lo contrario, los seres humanos son superiores a las máquinas en todo tipo de habilidades sociales: inteligencia emocional, creatividad, generación de ideas, persuasión, liderazgo de otras personas y arte de la negociación, por citar algunos ejemplos. El currículum del nuevo talento debe estar impregnado de esta serie de competencias para conquistar el futuro.
La transformación digital es una oportunidad que todas las organizaciones aprovecharán en los próximos cinco años, pero la verdadera clave del éxito de una transformación digital es desarrollar a cada miembro de la organización.
Tendencias y oportunidades laborales
Habida cuenta de la necesidad de estas habilidades, las tendencias actuales de empleo dan también una pista sobre las oportunidades laborales que han podido crear las nuevas tecnologías. En Estados Unidos, el perfil más buscado en la actualidad es el de desarrollador de aplicaciones para móviles, un profesional que no existía hace algo más de una década. De hecho, en el momento de la aparición del primer iPhone en el mercado, en 2007, apenas se podían encontrar desarrolladores, mientras que hoy se pueden contabilizar más de 20 millones.
Los autores del libro The Second Machine Age aseguran que, para quienes tengan las habilidades mencionadas, este es el mejor momento en los últimos cuarenta años gracias a las oportunidades de la nueva economía. Por el contrario, para quienes no dispongan de ellas, los próximos diez-quince años serán ciertamente peligrosos, ya que presentan el peligro de que las tecnologías se lleven por delante sus puestos de trabajo.
La solución está en el aprendizaje
Los grandes líderes tienen claro que la solución para no quedarse fuera de juego está en la educación y el aprendizaje. Las palabras del CEO mundial de Bosch, Volkmar Denner, son claras: “Sigue aprendiendo o quédate analógico”. No se trata de una amenaza, sino más bien de una llamada a la acción para empoderar a las personas.
La transformación digital es una oportunidad que todas las organizaciones aprovecharán en los próximos cinco años, pero la verdadera clave del éxito de una transformación digital es desarrollar a cada miembro de la organización. Todas las transformaciones deben inspirar a las personas y promover una nueva forma de trabajar. Los equipos –y su liderazgo– son los mejores argumentos para justificar cualquier inversión en las capacidades de las personas. El éxito en la transformación digital se reduce a las capacidades de las personas y a la mentalidad de los que continúan aprendiendo a lo largo de toda su vida.
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