El lenguaje, el vocabulario y la forma en la que se transmite la información en los medios de comunicación crean una imagen social de los agentes y también en la realidad de los negocios y empresas. Cuando una empresa se plantea elegir nuevos consejeros, los miembros de los consejos de administración albergan inconscientemente sesgos que, en el caso de las mujeres candidatas, pueden tener un impacto negativo directo tanto en su selección como en su posterior promoción. Esta posibilidad debe llevar a los agentes de gobierno corporativo, líderes empresariales e instituciones a pensar no solo en los posibles sesgos de selección, sino también en cómo podrían afectar a las decisiones del consejo y, por tanto, a la estrategia de la empresa.
Como fórmula para desmontar la imagen tradicional de los consejos de administración formados solo por hombres, se hace necesario reforzar las características más habituales de las mujeres y como estas pueden complementar y mejorar la toma de decisiones y el rendimiento de los consejos. Sin embargo, considerar a las mujeres como diferentes a los hombres pero similares entre sí desde el inicio hace que se corra el riesgo de que sean consideradas como un grupo homogéneo –diferente al masculino– en lo que se refiere a su experiencia profesional y sus rasgos de personalidad, algo que por otro lado puede lastrar su potencial en el futuro. Si estas características complementarias son percibidas como la parte más débil de una organización, el estereotipo, independientemente de que sea masculino o femenino, dificultará la reafirmación de las características individuales.
La influencia positiva de la mujer consejera procede tanto de su desempeño individual como del cambio que su incorporación genera en las dinámicas del consejo e incluso en la imagen de la empresa.
Por un lado, puede que las mujeres reaccionen frente a la imagen unificada ofrecida por los medio y tiendan a estilos directivos más habituales entre los hombres cuando trabajan en esos entornos en los que son minorías. Por otro lado, la homogeneización de las características de las mujeres por los medios de comunicación puede empujar a estas a cumplir con las expectativas creadas para su “grupo”, basadas en aspectos genéricos femeninos como las cualidades maternales o el aspecto externo, que en muchos casos se contraponen a sus habilidades profesionales personales. La clasificación de las mujeres dentro de estos perfiles tan específicos reduce el número de posibles candidatas a los consejos de administración, focalizando el poder y los asientos de las juntas directivas en unas pocas féminas.
Si, por el contrario, la imagen de la mujer directiva se centra en aspectos profesionales, al igual que los hombres, serán un grupo tan diverso como sus colegas masculinos y, por tanto, el número de candidatas directivas se incrementará al atraer talento. Esta incorporación de nuevos consejeros, hombres y mujeres, pero con la vista puesta en la diversidad de talentos, conocimientos y experiencia, generará la diversidad buscada dentro del consejo de administración para una mejor toma de decisiones.
Recientes investigaciones han analizado desde varias perspectivas el impacto de las mujeres consejeras en la rentabilidad y el rendimiento financiero de las empresas. Si bien las diferentes líneas de investigación apuntan a una influencia positiva de la incorporación de mujeres, esta no procede de las características individuales de las consejeras, sino del cambio en las dinámicas del consejo al incorporar perfiles diversos y, por tanto, de su efecto positivo en la imagen de la empresa. En el escenario actual, influido por las cuotas de género en los consejos, podemos suponer que muchas empresas están bajo presión para nombrar directoras o miembros de la junta a mujeres. La selección en busca de diversidad de talento y experiencia es la clave para crear consejos más dinámicos y certeros.
En el escenario actual, influido por las cuotas de género, muchas empresas están bajo presión para nombrar consejeras a mujeres.
Estereotipos
Los medios de comunicación han ayudado a las mujeres a acceder a los comités ejecutivos desafiando la imagen preconcebida por la sociedad de que todos los consejos están compuestos por hombres y abriendo estos grupos a una mayor presencia femenina, pero también han configurado un retrato de las mujeres consejeras como el de un grupo que comparte características comunes, lo que continúa reforzando un arquetipo femenino.
Parafraseando a Makhlouf, cuando las percepciones comunes se convierten en estereotipos, estos dan lugar a prejuicios, confinando a los miembros de una comunidad y limitándolos a un conjunto de parámetros específicos y cerrados. Este escenario es particularmente delicado en lo que respecta a la representación de mujeres en los consejos de administración, ya que han tenido acceso a puestos importantes desde hace relativamente poco tiempo y la imagen que tienen ahora afectará significativamente en el futuro a la selección de nuevas consejeras.
En los últimos años y debido a la creciente importancia de la diversidad de género en las cúpulas de las empresas, el hecho de que una mujer haya sido elegida para formar parte del consejo administrativo ha generado mucha cobertura mediática. De alguna manera, los medios de comunicación tienen en su mano la creación de marcos compartidos que conformen –o no– las características de las mujeres tipo en los consejos. Los medios tienen en su mano la puesta en valor de los aspectos profesionales de las mujeres y su percepción como líderes corporativos. El foco diverso de los medios de comunicación ayudaría en el medio plazo a la reputación corporativa de las empresas.
Las empresas que cuentan con consejeras ejecutivas tienden a mostrar mayor legitimidad entre las mujeres trabajadoras y atraen en mayor medida el talento femenino.
Con frecuencia, los artículos de prensa que aparecen después de la designación de una consejera ejecutiva tienden a hacer hincapié en las aptitudes relacionadas con el género más allá de las consideraciones organizativas, cosa que no sucede cuando son los hombres los elegidos como consejeros ejecutivos. Un claro ejemplo es la cobertura que se hizo tras la promoción de Theresa Gattung como directora ejecutiva (CEO) de Telecom en Nueva Zelanda. Su fichaje dio lugar a una devaluación de su nuevo trabajo debido a su edad y sexo, y además implicó preguntas sobre su estado civil o su intención de tener hijos, así como otras cuestiones triviales que no son formuladas habitualmente cuando se entrevista a ejecutivos masculinos. La realidad muestra cómo en estas ocasiones los estereotipos de género aparecen a menudo en los medios, mientras que cuestiones similares son parte de los perfiles de los consejeros masculinos. Este ejemplo muestra la ambivalencia generalizada sobre las mujeres en puestos de liderazgo, derivada de las diferencias percibidas entre los requisitos del trabajo directivo y los atributos personales de las mujeres.
En este campo, también sería necesario hacer que las propias consejeras fueran más conscientes de su influencia sobre otras mujeres, con el fin de desarrollar un discurso sobre sí mismas en los medios en el que hagan más hincapié en sus cualidades individuales y profesionales en lugar de discutir su carrera en términos tradicionales.
Una mayor visibilidad de las mujeres dentro de los consejos puede tener efectos positivos sobre el cambio de la imagen de lo que es un líder corporativo.
Acceso a los consejos
Al desmontar los estereotipos femeninos, tener más mujeres en los consejos de administración tiene otros efectos positivos, como el aumento de la reputación de la empresa, proporcionando un acceso más amplio al talento femenino, nuevos recursos y una mejor comprensión de las demandas de las mujeres y sus realidades, así como la generación de diferentes modelos de referencia para el resto de las mujeres trabajadoras. Esta diversificación del retrato femenino puede influir positivamente en la imagen de una corporación, con un aumento del talento mediante la atracción de una mayor variedad de mujeres, así como la creación de diferentes perfiles y modelos de conducta entre sus mujeres que serán ampliamente demandados y permitirán que estas contribuyan con sus visiones únicas a la empresa.
El nombramiento de consejeras tiene un valor simbólico, tanto interna como externamente. Las empresas que cuentan con mujeres como consejeras ejecutivas tienden a ganar legitimidad entre las mujeres trabajadoras y las posibles contrataciones, ya que se las ve como empleadores que protegen a la mujer con carreras profesionales que hacen progresar tanto a mujeres como a hombres. Para Carroll y McCombs, la presencia de mujeres en los consejos de administración transmite que no existe una discriminación por sexo en la compañía y, por tanto, esto permitiría atraer a candidatos competentes o mejorar la consideración pública organizacional de la empresa.
En el momento en el que una mujer entra a formar parte de un consejo de administración, tiene que superar una segunda barrera, que es no caer en roles tradicionalmente femeninos. Motowidlo sugiere que, en la búsqueda de un candidato para un puesto, los que toman la decisión final puede que lo hagan de una manera inconscientemente sesgada, apuntando hacia alguien que encaja con su estereotipo de candidato ideal. Esta idea, que se enmarca dentro de la teoría de la identidad social, muestra la tendencia de los individuos a rodearse de personas con las que comparten perfiles demográficos similares, algo que a la larga se traduce en puntos de vista y valores que ayudan tanto a la comunicación del intragrupo como al proceso de toma de decisiones.
El perfil sociodemográfico de una consejera en este momento parece ser el de una persona más joven que sus compañeros del órgano ejecutivo y probablemente con menos experiencia, aunque con un mayor nivel de formación.
De alguna manera, si el estereotipo se construye alrededor del conocimiento de los miembros de un consejo exitoso ya existente, los comités de selección tendrán en mente, sin duda, a un hombre, ya que estos consejos están mayoritariamente compuestos por ellos. Por tanto, las mujeres no tendrán las mismas oportunidades para acceder a los consejos de administración hasta que haya un número suficiente de mujeres ejerciendo de directoras corporativas para poder cambiar este estereotipo. Cuanta más visibilidad tengan estas mujeres, mayor será la rapidez con la que se cambien las imágenes preconcebidas en los consejos y también en el resto de la sociedad.
En esta línea, una mayor visibilidad de las mujeres como consejeras también puede tener otros efectos positivos que pueden contribuir a cambiar la imagen del líder corporativo. El perfil sociodemográfico de una consejera en este momento parece ser el de una persona más joven que sus compañeros del órgano ejecutivo y probablemente con menos experiencia, aunque con un mayor nivel de formación, según coinciden en señalar Burgess y Tharenou, junto con Peterson y Philpot.
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