El contexto actual, en permanente cambio y evolución, afecta también a la denominada “ciberseguridad”. Esta se ha convertido en un elemento más que las direcciones de las organizaciones deben tener en cuenta en la toma de decisiones. Requiere una agenda propia sometida a una supervisión constante, con una estrategia totalmente definida y compartida por los cargos de mayor responsabilidad. La ausencia de un planteamiento al respecto dejaría en una clara posición de desventaja a la compañía y, por tanto, vería comprometida su supervivencia en un mundo absolutamente competitivo.
Para comprender el alcance de pasar por alto la ciberseguridad, solo hay que fijarse en todos los efectos que podría desencadenar un ataque a cualquier área digital de la organización. Si se dañara la reputación corporativa, el valor bursátil caería. Asimismo, los ingresos descenderían y se entraría en un círculo en el que la mejor solución es escapar lo antes posible de él. Los directores ejecutivos tienen que pensar que son una parte implicada en cuidar esta área estratégica tanto o más que los profesionales de perfil técnico que conformen estos departamentos. Compañías como Equifax, Turner y Sony conocen a la perfección esta situación, en las cuales los ataques a la ciberseguridad han costado el puesto a más de un directivo.
Un planteamiento incorrecto es el de seguir sometidos a la nomenclatura de “ciberseguridad”, una materia que más tiene que ver con la seguridad digital en el sentido más amplio de la palabra. Por ello, es clave no hacer una aproximación simplemente técnica, sino que hay que desarrollar una visión estratégica en cualquier organización. La gestión, las políticas, la inversión y la innovación impactan directamente en todos los departamentos. Hoy en día, el ecosistema es de transformación digital, con entornos híbridos en los que las barreras entre lo físico y el ciberespacio están completamente difuminadas. La tecnología se ha encargado de echar abajo estos muros otrora bien diferenciados.
La ciberseguridad requiere una agenda propia sometida a una supervisión constante, con una estrategia totalmente definida y compartida por los cargos de mayor responsabilidad.
Una profesión con un futuro muy prometedor
Diferentes estudios cifran en 200.000 las vacantes para expertos en ciberseguridad en toda Europa. Si se amplía el foco a nivel mundial, este vacío aumenta hasta los cuatro millones. La escasez en el mercado laboral de este perfil vislumbra un futuro más que prometedor a quienes apuesten por la formación en este ámbito. No obstante, no se trata de un perfil exclusivamente técnico, sino que requiere otras habilidades con las que cuentan los consultores, los analistas y los gestores, lo que también les abre enormes posibilidades a estos profesionales. La transformación, sin una gestión adecuada del riesgo digital, aboca a una jungla digital. Por esta razón, más que nunca, las destrezas son poliédricas y comprenden desde cambios legislativos hasta la implantación de arquitecturas cloud.
Trabajar en seguridad digital implica aglutinar muchos perfiles en uno. No obstante, pese al desafío que supone para las organizaciones dar con el perfil óptimo, los procesos de selección han de evolucionar. Los marcos clásicos carecen de sentido ante el contexto descrito. La discrecionalidad, la resistencia al estrés, la disponibilidad inmediata, la confianza, la sangre fría, la gestión de crisis y el compromiso son características esenciales para quien pretenda desembarcar en este departamento. Estas son las capacidades que hay que buscar. Obviamente, los candidatos escasean, pero tanto los profesionales de recursos humanos como los headhunters deben ampliar el foco para encontrarlos, por difícil que parezca.
El desarrollo tecnológico actual aporta múltiples pistas acerca de lo que las organizaciones demandan, aunque a veces no lo encuentren. La proliferación de dispositivos como los drones, las nuevas guerras cibernéticas y la hiperconectividad muestran un entorno en el que los riesgos también se han disparado. La robótica y el coche autónomo también empujan con gran fuerza. El contexto es de plena transformación digital y la carrera comenzó hace ya varios años. Lo que no ha despegado, por estar en una fase embrionaria, es la gestión de los riesgos aparejados a tanta tecnología. Con los datos sobre la mesa, una de las profesiones más necesitadas para cualquier organización va a ser la aún llamada “ciberseguridad” o seguridad digital. Todavía se puede cambiar el rumbo, pero mejor no mirar hacia otro lado y darle la importancia que requiere.
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