El trabajo ha cambiado y algunas cosas que hoy son imprescindibles para nosotros y que damos por seguras en nuestro día a día, como Facebook, Twitter o YouTube, no existían hasta hace unos diez años. Todos estos canales de comunicación han supuesto una innovación. La dinámica es siempre la misma: tener una buena idea; después, crearla; y, por último, probar y validar esa idea. El problema con la innovación es que se tiende a pensar que es algo que queda lejos, relacionado con Silicon Valley, cuando en realidad es algo mucho más basado en la actitud y la creatividad de uno mismo.
Innovación disruptiva
Acuñado por Clayton Christensen, el concepto de innovación disruptiva significa encontrar nuevos atributos para un mercado diferente. Un ejemplo de innovación disruptiva es el de la introducción del champú en la India para la población con menos renta, que hasta el momento utilizaba solo jabón. Las compañías del sector aterrizaron en el país con el champú de un solo uso, algo que no era una idea tecnológica ni requería una gran inversión, sino pensar de forma diferente. Así captaron millones de consumidores, sin una inversión en tecnología o un cambio en el producto, pero sí presentando algo asequible para quienes pensaban que no podían comprar champú. Para cambiar un mercado se necesita creatividad y tener el valor de ser diferente.
Los smartphones baratos son también una innovación disruptiva, ya que hace asequible esta tecnología para personas de países en desarrollo que hace poco pensaban que nunca podrían adquirir estos productos.
Otro ejemplo es el de la industria aeroespacial, en la que los mayores retos a los que se enfrenta tienen que ver con la regulación. Es el caso de los drones, que seguramente cambiarán nuestras vidas y en los que las condiciones y la normativa de vuelo difieren en todo el mundo. Para vencer este obstáculo, será necesario superar el reto de la regulación, lo que requiere vencer soft skills de persuasión para dar confianza a los gobiernos.
Se compite por los mismos consumidores, pero, si se crea un nuevo mercado, se puede ser líder y no tener competidores, así que es necesario diferenciarse y mantenerse relevante para el nicho de mercado para seguir teniendo éxito.
Las ‘hard skills’ son la base, pero las ‘soft skills’ son la esencia, la diferencia entre el éxito y el fracaso. Y lo interesante de ellas es que en realidad no son cuestión de dinero.
‘Soft skills’ para ser líder
Para llegar a la Luna se necesitaron inteligencia, valentía, recursos, adaptabilidad, entendimiento, liderazgo, muchos años de investigación, financiación, entrenamiento, visión, ambición y un deadline, que en este caso representaba la competición de Estados Unidos con Rusia en la carrera espacial. Es decir, una parte importante de ese éxito no tenía nada que ver con la técnica y la tecnología, las hard skills, sino con las soft skills.
Es cierto que la formación clásica se ha centrado siempre en las habilidades técnicas, pero las soft skills son claves para competir y para crear cosas diferentes, por lo que la manera en la que concebimos la educación debe cambiar. Para ser un líder, se requieren soft skills. Según el Carnegie Institute of Technology, “el 85 % del éxito financiero de una persona se debe a su personalidad y habilidad de comunicar, negociar y dirigir. Asombrosamente, solo el 15 % se debe al conocimiento tecnológico”. Son las soft skills las que dan la ventaja.
Evidentemente, las hard skills son la base, pero las soft skills son la esencia, la diferencia entre el éxito y el fracaso. Y lo interesante de ellas es que en realidad no son cuestión de dinero. Cada vez en más compañías se requiere una actitud emprendedora en sus profesionales, algo a tener en cuenta en el futuro cuando los robots realicen gran parte de la actividad técnica, ya que las soft skills nos permitirán diferenciarnos en creatividad.
Hoy, una de las tareas del líder es crear un ambiente en el que cada persona pueda florecer y dar lo mejor de sí misma.
La innovación empieza en la motivación
La comunicación y la motivación de los equipos son claves para alcanzar el éxito y propiciar la innovación. En esta dinámica hay que dar valor a cada logro, por pequeño que sea, para después ir a más. Si se pide a una persona que salte un muro, dirá que no puede, pero, si se le pide que dé un paso, le parecerá más asequible. Los pequeños cambios de todos aquellos que están involucrados en un proceso o en un proyecto pueden tener un efecto multiplicador. Además, el problema con los grandes cambios es que son muy arriesgados, pueden no funcionar, y, si es así, el efecto es contraproducente. La estrategia debe dirigirse a promover pequeños cambios, entendimiento y confianza, para después ir construyendo sobre ello.
Gandhi dijo: “Sé el cambio que quieres ver en el mundo”. El modelo de liderazgo ha cambiado mucho y hoy una de las tareas del líder es crear un ambiente en el que cada persona pueda florecer y dar lo mejor de sí misma. La motivación interna, que reside principalmente en las personas, es muy importante, para lo que tienen que sentir que progresan, hacer cosas que les dan sentido (meaning), sentirse valoradas, tener autonomía y sentirse parte (stakeholders) del proyecto.
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