Madeleine Bernhard. Directora del Centro de las profesiones jurídicas de Bucerius.
La Profesora Bernhardt comenzó describiendo los tres niveles de liderazgo, que juntos serán cualidades esenciales en los líderes del mañana:
Reflexionar, Relacionarse y Conectar.
Bernhardt señaló la importancia de la integridad a la hora de implicar a las personas. Destacó que un elemento clave para el éxito del liderazgo, especialmente en lo que se refiere a la transformación organizativa, es ser conscientes del efecto de los propios pensamientos, emociones y comunicación sobre nuestro comportamiento en situaciones complejas. Además, apuntó que los líderes eficaces deben reflexionar sobre su rol como modelos de conducta para hacer posible el cambio y el crecimiento en los demás, al tiempo que utilizan sus propias experiencias para tomar mejores decisiones y fundamentar sus comportamientos.
Garantizar ese crecimiento en los demás, para que puedan prosperar en la complejidad, requiere un entorno psicológicamente seguro y colaborativo.
Para relacionarse de verdad, los futuros líderes deben ser conscientes de si su impacto en las personas que les rodean empieza a disminuir, a pesar de sus mejores intenciones y esfuerzos. Una cultura adaptativa potencia a las personas e impulsa la innovación.
Liderar es conectar, destacó la profesora, fomentando las conversaciones entre compañeros para aprender unos de otros, al tiempo que se buscan proactivamente cambios o amenazas del ecosistema que se ha creado, así como estrategias innovadoras para crecer en el futuro.
Estos tres niveles de liderazgo son interdependientes, generando un escenario complejo para los líderes que puede conducir a la incertidumbre y la impaciencia -un peligro para el liderazgo eficaz-.
Los comportamientos tradicionales de liderazgo pueden incluir la presentación de demasiadas ideas, disuadir a otras personas de compartir las suyas o asumir un trabajo que debería dejarse a otros. Por otra parte, los líderes tradicionales pueden forzar tanto a sus equipos que llegan a agotarlos, empeorando su rendimiento en lugar de mejorarlo. La profesora instó a tomar medidas específicas para combatir estos comportamientos perjudiciales, como examinar críticamente nuestros propios pensamientos, no actuar por impulso y filtrar nuestras propias creencias.
La última medida que recomendó a los líderes la profesora Bernhardt fue la aceptación de las opiniones de sus equipos, guiándoles en lugar de entrenarles. Siendo lo peor que pueden hacer es enfrentarse a un reto dando por sentado que las soluciones exitosas anteriores volverán a funcionar, o no hacer nada.