Son días de vino y rosas para los grandes bufetes de abogados. Se dice que a río revuelto hay ganancia de pescadores; pues bien, un vistazo a las ganancias de los grandes despachos (y, sobre todo, a sus abultadas ratios de crecimiento) sirve para saber que es cierto: la abogacía no solo ha demostrado una envidiable impermeabilidad a las grandes crisis del último lustro (pandemia, guerras, tensión inflacionaria, subida de tipos de interés…), sino que, paradójicamente, han sido años de hacer caja.
“El sector de la abogacía de los negocios en España está demostrando una fuerte resiliencia a las condiciones cambiantes e inciertas del mercado. Ya lo demostró durante la crisis financiera global. Este sector es de algún modo anticíclico”, corrobora Luis de Carlos, presidente del Centro Lawahead de la Abogacía de IE Law School en IE University. El modelo de negocio de las grandes firmas “permite compensar las caídas de determinadas áreas con el crecimiento de otras”. La armadura es más férrea por la “sólida estructura financiera sin deuda” de las firmas; también ayuda que el nivel de contratación no haya bajado y que se hayan adaptado muy bien al teletrabajo y a los cambios tecnológicos. El clima económico en España, remata De Carlos, es dinámico y atrae la inversión extranjera.