Tras haber trabajado con compañeros como Terence Tse, Danny Goh o Hajime Hotta en Nexus FrontierTech, Mark Esposito nos descubre la manera en la que avances tecnológicos como el blockchain y la inteligencia artificial pueden llevar la educación al siguiente nivel.
En una época en la que la meritocracia de las máquinas va a conseguir que el auge de los avances tecnológicos cause gran un impacto en la vida de las personas, estamos a punto de presenciar cambios drásticos en todos los sectores y disciplinas. En general, los planes de estudios han evolucionado para seguir el ritmo de los descubrimientos sobre el mundo que nos rodea.
Además, internet nos permite ser autodidactas gracias a unos recursos nunca vistos hasta ahora. Algunos de ellos, como ocurre con Khan Academy, Coursera, TED, Wikipedia y YouTube, son destacadas fuentes de conocimiento y están a disposición del usuario de forma gratuita.
Sin embargo, el sistema educativo no está a la altura de la realidad actual, ya que no ha experimentado muchos cambios y sigue siendo demasiado general. Las metodologías educativas tradicionales deberían velar en mayor medida por el desarrollo de las capacidades individuales. Además, en general, los alumnos no comprenden la necesidad de aprender las materias que se les enseñan y conciben las clases como algo arbitrario y sin un propósito claro.
Por otra parte, están obligados a cumplir con fechas de entrega inamovibles que no dejan lugar a la creatividad o a la curiosidad y que infunden en ellos un miedo terrible al fracaso. Y cuando llega la evaluación final, la única respuesta que reciben es una nota numérica. Por su parte, los profesores dividen su tiempo en planificar y dar las clases, poner notas y ofrecer ayuda individualizada.
Con todo esto en mente, la pregunta no es si podemos mejorar la educación, sino más bien si somos capaces de llevarla al siguiente nivel. ¿Podemos conseguir que la educación sea más efectiva, divertida y funcional? Para dar respuesta a estas cuestiones, vamos a echar un vistazo a dos tecnologías en concreto: el blockchain y la inteligencia artificial (IA).
El blockchain es un registro público y transparente que se distribuye de forma eficiente y segura. Esta base de datos se encuentra dispersa en la nube y contiene datos repartidos por todo el mundo y unidos por una red peer-to-peer de ordenadores. La tecnología blockchain presenta ventajas para diversos ámbitos (social, político, humanitario o científico, entre otros) y ha dado pie a nuevas formas de gobernanza económica para las organizaciones y las instituciones.
De hecho, el blockchain tiene el potencial de cambiar el rumbo de muchos sectores, como la banca, los seguros, las energías o la educación debido a que es un recurso global y abierto, y al contrario de los sistemas centralizados, no implica a terceros.
Muchas instituciones del mundo académico continúan basándose en un modelo unidireccional en el que el profesor transmite la información y el alumno la recibe de forma pasiva.
En la educación y el aprendizaje, los sistemas de tecnología que utilizan blockchain van más allá del uso de big data, webs sociales, cursos MOOC y realidad virtual. Ha llegado el momento de que los encargados de dirigir la educación pongan en práctica el blockchain para desarrollar metodologías más específicas. Vamos a ilustrarlo con ejemplos:
Gestionar los expedientes de los alumnos.
Las instituciones con mayor número de acreditaciones académicas se enfrentan al reto de garantizar la privacidad y la seguridad de los datos que almacenan. Para ello, se basan en un sistema elaborado por el Education Advisory Board (EAB) en 2013 que determina el uso que se les permite hacer de los datos de todos los alumnos que pasan por la institución para recaudar fondos.
Desde el punto de vista de la tecnología, el blockchain permite a las instituciones académicas programarlo para registrar los datos que necesiten de los alumnos (certificados de nacimiento, tarjetas de la seguridad social, expedientes académicos o préstamos, por ejemplo) sin dejar de lado su obligación de acceder a ellos y utilizarlos correctamente.
Desarrollar nuevos modelos de pedagogía y aprendizaje.
Cuando las universidades dejan un margen de maniobra limitado o nulo en los entornos de aprendizaje, la experiencia y la calidad se resienten. La realidad demuestra que muchas instituciones académicas continúan basándose en un modelo unidireccional en el que el profesor transmite la información y el alumno la recibe de forma pasiva.
Este modelo de aprendizaje no es adecuado ni para la era digital en la que vivimos ni para la generación actual de estudiantes. El blockchain tiene el potencial de transformar el modelo de aprendizaje y convertirlo en algo más fluido, interactivo e integral. De este modo, los centros de formación tendrían acceso a una plataforma de colaboración que permite mejorar el intercambio de ideas al tiempo que vigila las contribuciones de alumnos y profesores y les recompensa por los resultados.
Monitorizar y hacer frente a las deudas de los alumnos.
Entre 1995 y 2015, el coste medio de las matrículas universitarias en Estados Unidos aumentó un 179 %. Asimismo, las tasas impuestas a los alumnos de las escuelas públicas subieron un 226 % en el caso de alumnos provenientes de otros estados y un 296 % para los que residían en esos estados. En 2020, la deuda conjunta de los estudiantes de Estados Unidos alcanzó un pico histórico, ya que la suma de los préstamos estudiantiles dio como resultado 1,57 billones de dólares.
No es de extrañar que las tasas universitarias fueran un tema candente en las elecciones presidenciales de 2016 y 2020. De hecho, la Administración Biden está buscando soluciones al problema. Hasta entonces, las plataformas de blockchain podrían reducir la deuda estudiantil. Con ellas, los alumnos podrían estudiar y trabajar de manera simultánea y ganar dinero para pagar la matrícula.
Ya existen algunas iniciativas, como el Learning Is Earning, que se basan en un modelo en el que los alumnos tienen la opción de saldar su deuda formando a otros alumnos o entrando en el mercado laboral según vayan adquiriendo conocimientos. Gracias a su transparencia y fiabilidad, el sistema sería una manera efectiva de hacer frente a cualquier transacción. Las empresas tendrían incluso la posibilidad de costear la formación completa de un alumno a cambio de una reducción de las ganancias obtenidas mediante blockchain.
La inteligencia artificial la forman unos sistemas informáticos que llevan a cabo tareas que normalmente requieren competencias humanas para la toma de decisiones. La educación superior ya la ha puesto en marcha: ha incorporado la escritura robot, las experiencias virtuales y los sistemas de tutorías inteligentes (ITS, por sus siglas en inglés).
Es poco probable que en los próximos diez años seamos testigos de la existencia de robots con forma humana ejerciendo de profesores. Pero, a día de hoy, hay muchas formas en las que la inteligencia computacional les tiende la mano a alumnos, profesores e instituciones educativas en general para mejorar la experiencia en su conjunto.
Por ejemplo, para algunos profesores es difícil identificar y dar solución a las necesidades educativas concretas de sus alumnos, ya que un enfoque único no sirve para abarcar los distintos ritmos de aprendizaje de cada uno. La IA es, por tanto, la ayuda que necesitan los profesores y las instituciones educativas para pasar de las metodologías tradicionales a las formas de aprendizaje personalizadas.
Algunas herramientas, como los algoritmos de aprendizaje automático o los programas que deducen patrones a partir de los datos obtenidos para facilitar la comprensión y proponer sugerencias, ayudan a los profesores a descubrir brechas en el programa y a localizar las áreas en las que los alumnos tienen más dificultades.
La presencia cada vez mayor de la IA en la educación es una de las claves para evolucionar desde una enseñanza general hasta llegar a dominarla por completo.
Al ponerla en marcha, los alumnos se preparan para enfrentarse a un futuro que seguramente esté plagado de tecnologías inteligentes. En lugar de usar libros de texto que abarquen conocimientos generales, los alumnos y los profesores tendrían las herramientas necesarias para personalizar el contenido y, así, suplir sus propias necesidades.
Este aprendizaje profundo ya está en camino, y Content Technologies, Inc. (CTI) nos da un buen ejemplo de ello. Esta empresa ha creado un sistema al que los profesores pueden transferir las programaciones y los planes del estudios para que la IA sea la encargada de leer y controlar el contenido. Así, es capaz de desarrollar un “libro de texto” a medida y de registrar nuevos patrones de uso del material.
El futuro de la educación pasa por el uso de los avances en las tecnologías inteligentes, sobre todo por los que operan con blockchain e inteligencia artificial. El sector educativo debe dar el paso, dejar atrás su manera tradicional de funcionar y apostar por la integración del diseño, la tecnología y la imaginación de manera inteligente para cambiar la forma de enseñar y aprender. Lo que es evidente es que es hora de darle un cambio drástico al sector, y dado el rápido desarrollo de las tecnologías inteligentes, el blockchain y la inteligencia artificial jugarán un papel crucial en una revolución tan importante.