“Somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia, entonces, no es un acto, es un hábito”.
Atribuida a Aristóteles, el más conocido de los discípulos griegos, la frase define uno de los principales objetivos vitales: seguir aprendiendo. Aunque saludable, no siempre es sencillo. La falta de práctica, la ajetreada vida diaria, la procrastinación o el poco ejercicio de la memoria son escollos que parecen insalvables.
Pero la vertiginosa transformación en todos los ámbitos del conocimiento hace que el aprendizaje continuo y el reciclaje de competencias sean algo casi forzoso. Muestra de ello es que la cifra de matriculaciones universitarias de españoles mayores de 30 años, tradicionalmente no estudiantes, se ha duplicado en las dos últimas décadas.
La ventaja es que el acelerado progreso de los distintos campos del saber no solo fuerza a actualizar conocimientos, sino que juega a favor del estudio en sí mismo, ya que ha permitido también la evolución de las técnicas de aprendizaje. La profundización en la investigación sobre los procesos neuronales ha desarrollado nuevos métodos que facilitan y mejoran las técnicas de estudio para conseguir la excelencia en el liderazgo.
“Aprender es un proceso innato del ser humano, donde la memoria juega un papel determinante al consolidar la información almacenada a la espera de ser utilizada cuando sea necesario.”
Al contrario de lo que dictaba la sabiduría tradicional, la neurociencia moderna ha probado la enorme plasticidad del cerebro. La práctica de determinadas habilidades y aprendizajes modifica la estructura cerebral dando lugar a nuevas conexiones neuronales o al refuerzo de la ya existentes, lo que demuestra la importancia de su ejercicio regular.
Los estudios neurológicos también revelan que dormir desempeña un papel activo en la consolidación de la memoria. Durante el sueño, lo aprendido y grabado en forma de recuerdos en un soporte temporal del cerebro, el hipocampo, viaja hasta la neocorteza cerebral, el almacén de la memoria a largo plazo.
Otro método de aprendizaje extendido recientemente gracias a la neurociencia es la fragmentación. Para llegar al dominio de un tema completo, e independientemente del área de estudio, se atomiza la información en unidades con sentido lógico que después se conectan entre sí para formar conceptos más generales.
Como si de un puzle se tratase, cada fragmento es una pieza independiente que encierra una sola idea pero que, al conectarse con otras piezas, descubre un concepto más grande. Basada en la repetición del fragmento que se quiere aprender, unida a la conexión que este concepto guarda con el resto, la fragmentación permite crear ideas innovadoras y es uno de los métodos más eficaces de estudio.
“La procrastinación y el miedo al fracaso son los enemigos íntimos del progreso.”
Mejorar la actitud frente al estudio, entendiéndolo no tanto como un deber sino como una pasión, es clave para superar ambos. Así, la proactividad y el entusiasmo son herramientas clave para no posponer tareas. Ambas actitudes pueden ejercitarse mediante la organización de los temas a abordar, priorizando los más importantes, y también mediante la selección de un espacio de estudio que genere un efecto positivo y mejore la actitud frente al estudio.
En IE Business School somos conscientes del reto que supone mantener los conocimientos actualizados y sabemos de primera mano que las carreras tienden a ser más largas y menos lineales. Por eso, nuestro curso Aprendiendo a Aprender, impartido por Teresa Martin-Retortillo Rubio, Presidenta Ejecutiva de IE Exponential Learning y Antonio Gil-Nagel Rein M.D., Ph.D., Neurólogo Director del Programa de Epilepsia, está diseñado en base a los conocimientos neurocientíficos sobre el funcionamiento del cerebro y enseña los métodos más eficaces de aprendizaje para maximizar el potencial de los participantes.
Nuestro curso te convencerá de que el envejecimiento no es límite ni para el aprendizaje ni para el éxito. Al fin y al cabo, emprendedores ilustres como Henry Ford o Ray Kroc, propietario de McDonalds, la mayor cadena de comida rápida del mundo, no vieron el fruto de su trabajo hasta rondar los 50 años.
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